3.4
EFICACIA DE LA FUNCIÓN DIRECTIVA
Dirección o ducción es el proceso dinámico de actuación
de una persona (dirigente) sobre otra u otras (dirigidos o grupo humano) con
objeto de guiar su comportamiento hacia una meta u objetivo determinados, a
través de su prioridad de decisión que le confiere su posición de poder.
Cuatro son los elementos
constitutivos de toda dirección o ducción que comprende dicha definición, a
saber:
• Proceso dinámico de actuación
• Objetivo
• Prioridad de decisión
• Posición de poder
PROCESO DINÁMICO DE
ACTUACIÓN
Dirigir supone siempre un
proceso de influencia miento por parte
del dirigente sobre los dirigidos que, generalmente, constituyen un grupo. Así,
Bass ha definido la dirección de la forma siguiente:
“Cuando un objetivo de un
miembro, A, es el cambiar a otro miembro, B, o cuando el cambio de
comportamiento de B, beneficiará A o
reforzará el comportamiento de A, el esfuerzo de A para conseguir el objetivo,
es dirección”.
Con esta definición se ve
claramente que la nota característica de la dirección es la dinamicidad del
proceso de actuación o influencia miento. Dirección se concibe
como una interacción entre A y B,
entre dirigente y dirigidos, más que un simple acto de A, ya que si A
consigue o no su objetivo, implica y
depende de la actividad o inactividad
por parte de la B. La toma de conciencia de que dirigir es un proceso dinámico de actuación y una
interacción de entre dos o más personas, más que un simple acto unipersonal del
dirigente, es sumamente importante y nos sirve para explicar y comprender de
una serie de situaciones y problemas con que se encuentran a diario los directivos.
Dirigir es actuar para hacer actuar: es
provocar una acción. Esta actuación del dirigente es más que “iniciar
actividad” (Hartley) u “originar acción” (Whitehead), ya que la actuación o
desarrollo de iniciativa del dirigente ha de provocar acción en los dirigidos
encaminada hacia el objetivo perseguido.
OBJETIVO
El objetivo es uno de los
elementos constitutivos de la dirección
más característicos y más importantes. “No existe dirección, si no hay un
objetivo al cual dirigir”, ha afirmado acertadamente Hartley.
Los objetivos pueden
ser de muy distinta índole: materiales o
ideales, realistas u utópicos, nobles o reprochables, etc. Como elemento
constitutivo de la dirección, lo que importa es la existencia de un objetivo
hacia el cual el dirigente tiene que guiar el comportamiento del grupo, y no la
clase o el valor del objetivo en sí.
Esta abstracción es necesaria para comprender la naturaleza de la
dirección.
También es irrelevante quien
los fija y cómo se fijan. Los objetivos pueden ser dictados “desde arriba”,
fijados por el propio jefe con o sin la participación del grupo o de los decididos por el grupo. La
forma de fijación de los objetivos depende del estilo de dirección.
PRIORIDAD DE DECISIÓN
Otro de los elementos
constitutivos de la dirección es la prioridad de decisión de dirigente.
Esta puede ser amplia e
incluir la fijación de objetivos, tareas, atribuciones y normas de actuación de
los dirigidos, restringida. En el caso de que los objetivos a alcanzar sean
dictados desde arriba o decididos por el grupo, su prioridad de decisión queda
reducida al proceso de actuación e influenciamiento y a la determinación de las
acciones necesarias para conducir el grupo al objetivo dado, o simplemente al
control al grupo para que no se desvíe del camino trazado de antemano.
Esta prioridad de decisión
del jefe, consustancial a la dirección, implica para los dirigidos una
limitación de su libertad de acción.
El grado de prioridad de decisión y, como corolario, de reducción de
esta libertad de acción de los dirigidos, depende, de nuevo, del estilo de
dirección y constituye uno de los problemas centrales y más arduos de resolver
en la dirección, tanto desde el punto de vista de su definición teórica como de
su ejercicio práctico por todo jefe.
PODER
La prioridad de decisión
implica una posición de poder.
El poder es, pues, otro de los elementos constitutivos de
toda la dirección. Según Max Weber:
“PODER significar toda la
probabilidad de imponer la propia voluntad
dentro de una relación social, incluso contra la resistencia e
independiente de la base en que esa probabilidad se apoya”.
Por lo tanto, dirigente ha
de estar facultado para ejercer dicha prioridad de decisión para actuar sobre
sus dirigidos, para indicarles la forma de conducta que conduzca a los
objetivos perseguidos o simplemente para que puedan emprender las
necesarias acciones correctivas en el caso de que se produzcan desviaciones
del camino señalado previamente.
La naturaleza del poder y su forma de ejercerlo dependen, de nuevo,
del estilo de dirección y es otro de sus problemas centrales y de los puntos de
discordia.
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